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Corella, ciudad adherida a la red Iberoamericana de ciudades taurinas.

agosto 17, 2012

Muchos asuntos se debatieron en el pleno del día 16 de agosto, este que puedes leer hoy no es la más importante, pero hemos decido empezar por ella y continuar con muchas otras cosas en próximos días.

Corella, ciudad adherida a la red Iberoamericana de ciudades taurinas.

Con el voto contrario de Alternativa Corellana Independiente en el último pleno, se decidió que nuestra ciudad se integre en la  denominada  “Red Iberoamericana de ciudades taurinas”

Vamos a explicar, a través de dos líneas de argumentación distintas, los motivos por los que no compartimos que el Ayuntamiento de Corella haya decidido incorporarse a esta red. Por un lado, una mera cuestión moral y por otro, una cuestión de oportunidad.

Nadie pone en duda la tradición taurina de Corella, hemos tenido ganado bravo pastando en Corella al menos desde el XVII. El escritor tudelano José María Iribarren en la revista Príncipe de Viana Nº 32 de 1948, planteaba que el toreo a pie nació en Navarra y por cercanía, los primeros toros para estas corridas pastaban en el término municipal de Corella.

Ramón Villanueva, en su libro “Plaza de Toros de Corella, Historia y Festejos” (Ayto. de Corella, 2007) nos da cuenta de esta tradición de cría de toros bravos con la aportación de nombres de ganaderos corellanos, partiendo de Juan Bea en el S XVII y finalizando con  Melitón Catalán y Miguel Poyales en el S XIX,  hay entre ellos multitud de ganado destinado a corridas pastando en Corella.

También tenemos, promovida por Miguel Poyales en la primera mitad del S XIX, la plaza de toros más antigua de Navarra. Una plaza que fue construida con dinero privado, alquilada por el Ayuntamiento a sus propietarios durante muchos años y que en el periodo 2003-2007 paso a ser en  buena parte, propiedad del municipio de Corella.

Pero esta tradición de una ciudad, no puede hacernos creer a los concejales y concejalas de Corella que está ligada a una imposición. Como concejales o cargos públicos tenemos la obligación de defender los derechos individuales o colectivos de los ciudadanos, pero no podemos imponer nuestros criterios morales al conjunto de los ciudadanos. Defender  y apoyar que se celebren festejos, no puede confundirse con que el conjunto de ciudadanos se sientan obligados a ser taurinos. Si una ciudad se declara taurina, lo hace en nombre de los que defienden y de quienes  rechazan el mundo del toro. ¿Se podría aceptar que Corella, porque una mayoría municipal  lo decidiera, se declarara ciudad abortista? o ¿ciudad a favor de la eutanasia?, creemos que no. Debemos defender como concejales el derecho de aquellas personas que decidan libremente cualquiera de las opciones arriba indicadas, pero nunca podremos en nombre de todos, declarar ciudad abortista o ciudad a favor de la eutanasia.

Y no podemos por un motivo moral. Los festejos taurinos, por la evolución  de la sociedad, son cada vez más incompatibles con criterios de respeto al mundo animal. Nada tiene que ver la España actual en la defensa y los derechos de los animales con la sociedad de tan solo treinta años atrás. En estos momentos, a pesar del poco acierto con el que hablan muchos seudotaurinos, no son los políticos (que no son más que un reflejo de la sociedad) quienes están en contra de los festejos taurinos, es la propiedad sociedad y cada vez de una manera mayor, quienes defienden por diferentes motivos que no se celebren espectáculos taurinos.

Nos puede gustar más o menos el mundo del toro en alguna de sus vertientes, pero no se puede aceptar el patético gesto realizado el otro día por un torero llamado Antonio Barrera. El torero, a manera de defensa de la celebración de espectáculos taurinos en San Sebastián, no se le ocurre otra fórmula que torear con una muleta con las franjas de la bandera de Euskadi, algo que hizo poco tiempo atrás con la senyera catalana. El uso torticero de símbolos políticos que representan a todo un colectivo lleva a que quienes están en contra, que lo estén mucho más, quienes son indiferentes, interpreten mal el gesto y se unan a la lista de los contrarios y solo algún grupo (seguro que muy alejados físicamente del problema que pretenden resolver) estará conforme y aplaudirá el gesto con: “vaya güevos que le echa el chaval”. Frente a esta torpeza, otro torero, el Juli, defiende el espectáculo financiando con el 50% el coste de las entradas a los jóvenes que quieran asistir. Y es así como se defiende, apoyando y atrayendo desde el propio mundo taurino, no insultado con la utilización de símbolos comunes, a quienes no están de acuerdo.

La impresión, sin entrar en el debate de alguno de los principios o consideraciones a la que nos obliga el estar adheridos a esta red y que tiene como socia de honor  a la Duquesa de Alba,  es que el acuerdo tomado por la mayoría del ayuntamiento, está más cerca del caso del torero Antonio Barrera, que del Juli.

Decisiones de este calado, mal planteadas desde un criterio de defensa, difusión y  protección, conducen no solo a herir la sensibilidad de muchos, también, a que lo que se pretende defender se le condene a una lenta desaparición.

Por otro lado, y desde otra vertiente nuestra posición contraria también clara en estos momentos, a pesar de lo que piense nuestro Alcalde, nada demagógica. ¿Es este el momento adecuado para que el Ayuntamiento de Corella pierda un minuto de su tiempo en apoyar este tema? ¿Es este el momento para que el Ayuntamiento de Corella pierda un segundo en defender, apoyar y divulgar la fiesta de los toros?. Con la que está cayendo, creemos que no.

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